Bip…bip…bip… el
sonido no dejaba de molestarle, pero, ¿de dónde venía? Sabía que no podía ser
su despertador, ya que conocía perfectamente la voz que le atormentaba cada
mañana: Bon Jovi y su famoso It´s my life.
Trató de mover el brazo para acabar con el sonido, pero su cuerpo no le
respondía. Cuando dejó de centrarse en el ruido, comenzó a notar el dolor que
le recorría desde el brazo derecho hasta el costado. Aunque lo peor era el
constante martilleo en su cabeza. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no podía abrir los
ojos? ¿Qué significaba toda esa oscuridad?
Mientras se
encontraba perdida en sus pensamientos, escuchó unas voces lejanas. No podía
identificar ninguna de ellas y tampoco entendía qué trataban de decir, por
mucho que se esforzaba en comprenderlo. De repente, el dolor tomó el control de
sus pensamientos y fue apagando su mente; lo último que detectó fue ese
fastidioso bip…bip….
Unos días más
tarde:
—Vaya, has
despertado. Iré a informar al doctor.
Esas fueron las primeras
palabras que escuchó cuando por fin logró abrir los ojos, que se estremecieron
al recibir la luz. Una vez que fue capaz de ver con claridad, observó la
habitación en la que se encontraba. Las paredes blancas y todos los aparatos
médicos le decían que no estaba en su habitación, pero, ¿cómo había llegado allí?
Seguía preguntándose qué podía haberle ocurrido, cuando la joven que había
hablado antes entró seguida de un hombre mayor ataviado con una bata blanca.
—Buenos días, señora.
Soy el doctor Ross, lamento informarle de que lleva nueve días en coma. Cuando
llegó aquí había sufrido un fuerte golpe en la cabeza y tenía un brazo roto.
Tengo que descartar cualquier lesión cerebral, así que ¿podría responderme a
algunas preguntas?
Sin darle tiempo a
asentir, preguntó:
— ¿Cómo se llama?
Cómo… La voz del
doctor empezó a entremezclarse, hasta que de repente ya no era él quien le
hablaba…
—Oye
muñeca, ¿cómo te llamas?
Jamás olvidaré el día que lo conocí, nunca pensé que alguien como él se dirigiría a una chica como yo. Sin embargo ahí estaba, Jason Sanders, el futuro heredero del
imperio inmobiliario Sanders, cortándome el paso y llamándome nada menos que
muñeca. Por unos instantes sus palabras me hicieron perder la cabeza, pero
rápidamente me recuperé y, enarcando una ceja, dije:
—¿Muñeca? ¿Acaso tengo pinta de Barbie? —Levantando sus manos, le impedí contestar— No es necesario que respondas a eso, pero dime ¿Con ese tipo de
líneas consigues ligar?
—¿Señora? ¿Está usted bien? ¿Podría decirme su nombre?
¿Qué le había
pasado? ¿Por qué recordaba su época universitaria? Tratando de tranquilizarse,
miró al doctor y aclarándose la garganta respondió:
—Katherine James.
—Muy bien, señora
James. ¿Puede decirme su fecha de nacimiento? ¿Y en qué año nos encontramos?
—14 de diciembre de
1989 y estamos en el año 2016.
El hombre asintió
mientras apuntaba algo en una libreta.
—Parece que se
encuentra bien, por ello, creo que está capacitada para responder algunas preguntas a los agentes que se encuentran
fuera. Llevan un tiempo esperando a que usted despierte.
¿Agentes? ¿Qué
ocurría? Cuando el doctor terminó de hablar abrió de nuevo la puerta y tras
dejar salir a la enfermera, permitió pasar a dos hombres en su habitación justo
antes de marcharse y cerrar la puerta tras él. Los hombres eran gigantes y la
pequeña estancia en la que se encontraba solo servía para aumentar su tamaño.
Ambos parecían amenazantes y no habían parado de observarla desde que entraron.
Sus miradas le intimidaron, pues parecía que podían ver su alma desde donde se
encontraba postrada. Un miedo irracional le recorrió el cuerpo, el mayor de los
hombres escogió ese momento para comenzar a hablar:
—Señora James, soy
el agente Davis y este es mi compañero, el agente Fox—le informó mientras
asentía en dirección al hombre que se encontraba a su derecha— Necesitamos hacerle unas preguntas, ya que algunos
de los elementos que rodearon su incidente, no quedan del todo claros. ¿A dónde
se dirigía la mañana del 16 de marzo? ¿Recuerda lo que causó el accidente?
Trataba de
concentrarse en la pregunta del agente Davis, pero de nuevo su voz atravesó sus
pensamientos…
—Escúchame
atentamente Kath, lo que le sucedió a mi abuelo no fue un accidente. Mi padre
ordenó que lo matarán para hacerse con el control de su negocio, pero no esperó
que él me lo dejase todo a mí. Ahora soy la única pieza del puzle que no encaja
para poder conseguir todo aquello que planeó, necesito huir hasta que pueda
probar el asesinato de mi abuelo. No estaré a salvo hasta entonces y te pido
que vengas conmigo —Sostuvo mis manos mientras me observaba con esos grandes
ojos verdes que habían conseguido cautivarme hacia tanto tiempo. Jamás pensé que el día que decidí casarme con Jason Sanders, sería el mismo que le pondría
precio a mi vida—. Él sabe que no puedo vivir sin ti, así que si desaparezco te
dañará para encontrarme. Sin embargo, no puedes irte sin más, nadie puede
sospechar que sabemos la verdad y mucho menos que tratamos de huir.
Lo miré asustada a pesar de la determinación férrea que sentía, después de todo, si de mí dependía nadie dañaría a Jason. Siempre sospeché del señor Sanders, sobre todo después de que él trató de evitar nuestro matrimonio. Jamás me dio buena espina. Tras sus ojos se
escondían demasiados demonios, por lo que la historia del asesinato no me sorprendió tanto como debería. A pesar de todo, no pude evitar la lágrima que
se deslizó por mi mejilla al pensar en el abuelo. Nunca tuve la oportunidad de conocer a los míos, así que Gregory Sanders se había convertido en el abuelo que nunca tuve. No me imagino cómo alguien podría hacerle daño.
—De
acuerdo, haré lo que me digas. ¿Cuál es el plan?
—Hoy
partiré y buscaré un lugar seguro, a los demás les diremos que me he ido a un
viaje de negocios. Exactamente en una semana, te esperaré en el motel de la
calle Berwick en un Ford negro. Trata de ir almacenando cosas, pero procura que
nadie note nada, ni siquiera Lucy. No sería la primera vez que mi padre soborna
al servicio para conseguir información.
Se llevó una mano a
la cabeza tratando de fingir que el dolor era el que retrasaba sus respuestas, no
podría precisar el motivo, pero desconfiaba de los guardias.
—Lo siento agentes,
pero no puedo ayudarlos. No me acuerdo de hacia dónde me dirigía. Supongo que
iría de compras, es algo que suelo hacer mucho los sábados. Lo único que recuerdo
del accidente, es que, antes del golpe, observé como una gran furgoneta se
dirigía en mi dirección. Traté de esquivarla, pero la colisión fue inevitable.
Después de eso, nada.
El agente Davis le
puso mala cara y se acercó a la cama tratando de intimidarla.
—De acuerdo, señora
James. No piense que no creo en su palabra, pero le recuerdo que mentir a un
agente es un delito grave. De todas formas parece cansada, así que sólo le
haremos una pregunta más: ¿Sabe dónde podemos encontrar al señor Jason Sanders?
Todo pareció
volverse oscuro y después, apareció el dolor…
—¡Oh, dios mío, menos mal que te he encontrado! ¡Katherine! Tranquila, ya estoy
aquí, no te muevas, todo va a salir bien. Sabía que te había pasado algo cuando
no apareciste a la hora acordada, tú siempre eres puntual. Tranquila nena, voy
a arreglarlo, vas a ponerte bien.
Recuerdo escuchar su voz, pero nunca supe si todo había sido un sueño, el dolor no me permitía centrarme lo suficiente para descubrirlo. Supe que era grave porque estaba sangrando, podía notar algo caliente rodando por mi mejilla y el dolor incesante en mi brazo, me decía que estaba roto. Trataba de centrarme en Jason, que parecía tratar de sacarme del vehículo, pero mi mente no colaboraba. La gravedad de mis lesiones le obligó a desistir de su tarea y a dejarme allí. Recuerdo que con toda la delicadeza y el cariño del mundo sostuvo mi cara entre sus manos obligándome a mirarlo.
Recuerdo escuchar su voz, pero nunca supe si todo había sido un sueño, el dolor no me permitía centrarme lo suficiente para descubrirlo. Supe que era grave porque estaba sangrando, podía notar algo caliente rodando por mi mejilla y el dolor incesante en mi brazo, me decía que estaba roto. Trataba de centrarme en Jason, que parecía tratar de sacarme del vehículo, pero mi mente no colaboraba. La gravedad de mis lesiones le obligó a desistir de su tarea y a dejarme allí. Recuerdo que con toda la delicadeza y el cariño del mundo sostuvo mi cara entre sus manos obligándome a mirarlo.
—Kath,
nena, necesito que me escuches —Las lágrimas caían por sus mejillas mientras me miraba, su esposa, su mejor amiga, aquella chica llena de vida que lo había dejado con
la palabra en la boca en la universidad, convertida en una muñeca rota. —No puedo
llevarte conmigo, pero cuando te recuperes, llegaré a ti de alguna manera y nos
escaparemos juntos. Lejos de todo su veneno, te llevaré adonde sea que quieras,
pero necesito que recuerdes esto, ¿lo harás?
Conseguí asentir levemente, así que él continuó, no tenía mucho tiempo ya que al igual que yo podía escuchar las sirenas acercándose.
—Cuando
te recuperes, te haré llegar un mensaje secreto y volveremos a estar juntos,
pero ahora has de fingir que no me recuerdas. Es lo más seguro para ti, cuando
te pregunten por mí finge haberme olvidado, actúa como si no hubiese existido.
Bórrame de tu memoria durante un tiempo, te resultará más fácil mentir si tú
misma lo crees—las lágrimas caían por sus mejillas mientras observaba como mis ojos comenzaban a cerrarse, así que se apresuró a continuar—. Haz lo
que tengas que hacer para ponerte a salvo, di lo que tengas que decir, pero espérame y no lo olvides nunca, soy tuyo hasta que la
muerte nos separe e incluso después de eso. Te quiero Katherine.
Los recuerdos
comenzaban a aclararse en su memoria conforme pasaba el tiempo. Tenía que ser
fuerte y esperar hasta que recibiese su señal. Se encontraban en un juego muy
peligroso, pero ella estaba dispuesta a ganar. Así que, tras componer su
expresión más inocente, miró a los ojos del agente y respondió:
—¿Quién es Jason
Sanders?