4 jun 2016

No culpes al artista

Caminó hacia atrás para observarlos. Perfectamente colocados de derecha a izquierda, uno detrás de otro formando cuatro filas.  Una sonrisa cruzó sus labios mientras observaba la pared frente a sus ojos. Ya quedaba poco para terminar…

1
La agente Walker estaba disfrutando de una noche de tranquilidad después de meses de tensión siguiendo una operación encubierta. Acostada en su sofá con una cuchara de helado entre los labios, estaba buscando una película interesante cuando unos golpes en su puerta le alertaron.  Al principio pensó que lo había imaginado, pero de nuevo, sonidos insistentes le obligaron a acercarse. Al abrir la puerta descubrió que el culpable de los ruidos no era otro que Peter Anderson, su compañero de trabajo y mejor amigo.
—Si vienes con la intención de tomarte una cerveza conmigo adelante, si no, puede esperar hasta mañana.
Él le dedicó una mirada de disculpa antes de comenzar a hablar.
—Lo siento Olivia, sé que estás en tu noche libre pero nos han llamado para un caso en la ciudad y tú eres la mejor.
—¿Desde cuándo envían a miembros de la Unidad de análisis de conducta para casos menores?
—Nos han llamado debido a que podríamos estar enfrentándonos a un asesino en serie que lleva vagando libre durante los dos últimos años.
Sus palabras consiguieron llamar la atención de la agente que rápidamente le arrancó el informe que llevaba en los brazos. Tras una observación minuciosa de los archivos volvió a mirarlo sin comprender.
—¿Un asesino en serie? Ninguno de estos crímenes guarda relación. El modus operandi no coincide, tampoco hay concordancia entre las víctimas, no se centra en ningún sesgo, así que ¿qué demonios les hace pensar eso?
—Hace unos días, Francis Miller de la editorial Time,  llamó al departamento de policía de Nueva York. Informó que leyendo el periódico una de las noticias había llamado su atención ya que le recordaba a una historia. Decidió investigar y descubrió una serie de novelas policíacas que habían rechazado. La mayoría de los asesinatos son una reproducción prácticamente exacta de ellas.
—Entonces, ¿nos encontramos frente a un admirador?
Su compañero negó antes de continuar:
—No, ahí está el problema. Nadie salvo Francis ha leído esas obras porque fueron rechazadas. Tampoco sabemos nada sobre su autor ya que envió un paquete imposible de rastrear y escribe bajo un seudónimo. Hemos leído las historias y aún queda un crimen por completar, necesitamos ponernos a trabajar.
Echando una última mirada a su sofá y al tazón de helado, se acercó a la puerta para ponerse unas botas y recoger su chaqueta.
—Bueno, hasta aquí mi noche de vacaciones.

2
—Un café con hielo para llevar, por favor.
Escuchó su pedido pero se había distraído contemplándola. Tenía un rostro ovalado sobre el que destacaban unos grandes ojos verdes que, al mismo tiempo, contrastaban con su piel pálida. Su pelo marrón ondulado caía hasta su pecho, expuesto en un generoso escote.
—¿Oiga, me está escuchando? 
—Disculpe —le respondió mientras comenzaba a preparar su bebida— serán tres dólares.
Dándole el importe con una mueca de desprecio, la joven procedió a avanzar para recoger su bebida.
A continuación se giró para mirar a su jefe y, al mismo tiempo que se dirigía hacia la puerta exterior, exclamó:
—Mike, ha llegado la hora de mi descanso.
Rápidamente rodeó el café y observó salir a la joven que entró en el edificio de apartamentos que se encontraba frente a la cafetería. En el momento en el que desapareció de su vista, se acercó a comprar un pañuelo en la pequeña tienda a su espalda. Con el complemento guardado en su bolsillo se dirigió al guardia del bufete en el que anteriormente había entrado la mujer y, con su mayor expresión de inocencia, preguntó:
—Buenos días, ¿podría decirme el nombre de una muchacha morena y vestida con una camisa verde que ha entrado hace poco tiempo? —Al ver la expresión del hombre se apresuró a añadir— Pasó a recoger un café y se olvidó su pañuelo, solo quería devolvérselo. —El semblante del hombre se suavizó y supo que había ganado. 
—Usted habla de la señorita Amanda Baker, ahora se encuentra en una reunión pero puedo hacerle llegar el pañuelo. —Asintió y tras entregarle el presente se despidió caminando en dirección contraria a la cafetería tirando su delantal en la primera papelera que encontró.

3
Olivia y Peter pasaron el resto de la noche y del día siguiente tratando de crear el perfil del asesino. Intentaron entrar en su cabeza y descubrir sus motivos. Observaron sus crímenes, interrogaron a posibles testigos y repitieron una y otra vez las imágenes de las cámaras de seguridad cercanas a los homicidios,  pero no encontraron nada.
—Parece un fantasma —Le dijo la agente Walker a Peter mientras saboreaba su tercer café del día— No logro imaginar sus motivos, sus asesinatos no tienen sentido alguno. Si quisiese fama, no se ocultaría.
—Parece que estamos en un callejón sin salida, quizá estemos ante el crimen perfecto.
Peter se arrepintió de sus palabras al ver cómo la espalda de Oliva se ponía rígida. Iba a disculparse cuando la voz helada de su compañera le respondió:
—No existe tal cosa como el crimen perfecto.

4
Había anochecido cuando Amanda Baker abandonó su puesto de trabajo. Era primavera en Nueva York y el tiempo parecía favorable así que aquella mañana había ido andando hasta el despacho. Al salir, se despidió de su compañero Mike, el guardia del edificio con el que había salido unas pocas veces. Éste le entregó un pañuelo que habían dejado para ella, sin embargo jamás había visto esa prenda. Amanda nunca había sido una chica paranoica por lo que sin dar importancia al asunto, aceptó el complemento, que resultaba ser de buen gusto y caminó hasta casa. Se encontraba cerca de su piso cuando notó una presencia junto a ella.
—Eres perfecta, mi querida Katherine.
—¿Disculpe? Creo que se ha confundido, mi nombre es Amanda —Iba a continuar su camino hasta que la vio— ¡Tú! ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo?
La mujer que la había atendido en la cafetería ladeó la cabeza y sonrío de una forma tan enajenada que le provocó un escalofrío.
—¿Seguirte? Por supuesto que no Katherine, te estaba esperando. Hoy es el día en el que acabaremos nuestra historia.
Mientras hablaba había comenzado a acercarse a ella, Amanda trató de correr pero fue demasiado tarde. Un golpe sobre su cabeza hizo que todo se volviese negro.

5
—Han encontrado a una nueva víctima, Amanda Baker, 25 años. Apareció en un callejón, le habían cosido la boca y pegado los párpados con pegamento. Parece que la causa de la muerte fue por asfixia. El análisis forense no ha demostrado ningún tipo de agresión sexual. El último hombre que la vio con vida fue un compañero de trabajo. Nos ha informado acerca de una mujer de una cafetería cercana que ayer preguntó por Amanda, ahora mismo se está dirigiendo hacia aquí para que podamos interrogarlo.
Olivia paseaba por la habitación hablando consigo misma mientras comenzaba a crear un perfil, aunque aún quedaban demasiadas piezas por encajar ya conocía los rasgos principales de la asesina a la que perseguían.  Por ello organizó una reunión para explicar a los agentes del cuerpo qué era lo que debían investigar.
—Estamos buscando a una mujer blanca, de unos treinta años. Parece que padece algún tipo de trastorno, es egocéntrica y confiada, se arriesga a seguir a sus víctimas y a dejarse ver. Aunque al mismo tiempo muestra una gran meticulosidad si observamos sus crímenes. Es altamente inestable, podría sufrir alguna enfermedad como esquizofrenia paranoide así que si dais con ella tened cuidado.
Los agentes la escucharon y unos minutos después, salieron sin preguntas. Al mismo tiempo Peter entró buscándola.
—El guardia ya se encuentra aquí.
Mike Stevens era un hombre corpulento que llevaba años trabajando. Tras unos minutos comenzó a explicarles cómo una mujer se había interesado por Amanda, le había llevado un pañuelo diciendo que era de la joven pero era una mentira. Cuando lo había descubierto, se preocupó, pero Amanda desestimó sus intentos por acompañarla hasta su casa.
—Esa mujer no me dio buena espina desde el principio, debería haber ido con Amanda a pesar de sus protestas. Si hubiese seguido mi instinto ahora mismo estaría viva.
—No es su culpa, además, si no hubiese sido anoche habría encontrado la forma de localizarla —Trató de tranquilizarlo Olivia mientras colocaba una mano sobre su hombro— Sé que es doloroso, pero, ¿podría hablar con nuestro dibujante para hacer un retrato robot de esa mujer? Nos sería muy útil para encontrarla.
El retrato no coincidió con nadie que se encontrase en el registro policial.  Tras una breve búsqueda también descubrieron que había trabajado en la cafetería con una identidad falsa.  “¿Quién era esa mujer?” Sus ojos azules perseguían a la agente todas las noches. Nadie era capaz de encontrarla, era como si no existiese. Aunque no quedasen más posibles asesinatos en sus historias, había acabado con la vida de 17 personas. Olivia no podría volver a descansar de nuevo hasta que la encontrase.

6
Cogió unas tijeras del estante superior de su armario y se acercó al periódico diario. Allí, en la portada, se encontraba su obra más reciente, el titular decía: “La asesina serial se suma otra víctima”. Recortando con cuidado la noticia la colocó en un cuadro que colgó al lado de los demás.
—Lo ves Nikki, te dije que lo conseguiríamos, por fin nuestra obra está completa para que todos la vean. Sabía que podía lograrlo, soy una gran escritora. —Sonrió hablando a una habitación vacía mientras admiraba su pared repleta de recortes.

7
Habían pasado seis meses desde aquella noche en la que Olivia Walker había sido sorprendida por su compañero en su descanso. Desde entonces las cosas parecían haberse calmado, por lo menos hasta que un Peter  alarmado apareció en su puerta.
—Francis Miller acaba de llamar. Ha descubierto tres nuevas novelas en su despacho, tienen el mismo seudónimo que se utilizó en nuestro caso anterior.

La mirada preocupada de su compañero fue sólo un reflejo de la suya propia. Pensaban que se había detenido, pero no podían haber estado más equivocados. La pesadilla acababa de comenzar… 

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