Caminó hacia atrás para observarlos.
Perfectamente colocados de derecha a izquierda, uno detrás de otro formando
cuatro filas. Una sonrisa cruzó sus
labios mientras observaba la pared frente a sus ojos. Ya quedaba poco para terminar…
1
La agente Walker estaba disfrutando de una
noche de tranquilidad después de meses de tensión siguiendo una operación
encubierta. Acostada en su sofá con una cuchara de helado entre los labios,
estaba buscando una película interesante cuando unos golpes en su puerta le
alertaron. Al principio pensó que lo
había imaginado, pero de nuevo, sonidos insistentes le obligaron a acercarse. Al
abrir la puerta descubrió que el culpable de los ruidos no era otro que Peter Anderson,
su compañero de trabajo y mejor amigo.
—Si vienes con la intención de tomarte una
cerveza conmigo adelante, si no, puede esperar hasta mañana.
Él le dedicó una mirada de disculpa antes
de comenzar a hablar.
—Lo siento Olivia, sé que estás en tu
noche libre pero nos han llamado para un caso en la ciudad y tú eres la mejor.
—¿Desde cuándo envían a miembros de la
Unidad de análisis de conducta para casos menores?
—Nos han llamado debido a que podríamos
estar enfrentándonos a un asesino en serie que lleva vagando libre durante los dos
últimos años.
Sus palabras consiguieron llamar la
atención de la agente que rápidamente le arrancó el informe que llevaba en los
brazos. Tras una observación minuciosa de los archivos volvió a mirarlo sin
comprender.
—¿Un asesino en serie? Ninguno de estos
crímenes guarda relación. El modus operandi no coincide, tampoco hay concordancia
entre las víctimas, no se centra en ningún sesgo, así que ¿qué demonios les
hace pensar eso?
—Hace unos días, Francis Miller de la
editorial Time, llamó al departamento de
policía de Nueva York. Informó que leyendo el periódico una de las noticias
había llamado su atención ya que le recordaba a una historia. Decidió
investigar y descubrió una serie de novelas policíacas que habían rechazado. La
mayoría de los asesinatos son una reproducción prácticamente exacta de ellas.
—Entonces, ¿nos encontramos frente a un
admirador?
Su compañero negó antes de continuar:
—No, ahí está el problema. Nadie salvo Francis
ha leído esas obras porque fueron rechazadas. Tampoco sabemos nada sobre su
autor ya que envió un paquete imposible de rastrear y escribe bajo un
seudónimo. Hemos leído las historias y aún queda un crimen por completar,
necesitamos ponernos a trabajar.
Echando una última mirada a su sofá y al
tazón de helado, se acercó a la puerta para ponerse unas botas y recoger su
chaqueta.
—Bueno, hasta aquí mi noche de vacaciones.
2
—Un café con hielo para llevar, por favor.
Escuchó su pedido pero se había distraído
contemplándola. Tenía un rostro ovalado sobre el que destacaban unos grandes ojos
verdes que, al mismo tiempo, contrastaban con su piel pálida. Su pelo marrón ondulado caía hasta
su pecho, expuesto en un generoso escote.
—¿Oiga, me está escuchando?
—Disculpe —le respondió mientras comenzaba
a preparar su bebida— serán tres dólares.
Dándole el importe con una mueca de
desprecio, la joven procedió a avanzar para recoger su bebida.
A continuación se giró para mirar a su jefe y, al mismo tiempo que se dirigía hacia la puerta exterior, exclamó:
—Mike, ha llegado la hora de mi descanso.
—Mike, ha llegado la hora de mi descanso.
Rápidamente rodeó el café y observó salir a la joven que entró en el edificio
de apartamentos que se encontraba frente a la cafetería. En el momento en el que desapareció de su vista, se acercó a
comprar un pañuelo en la pequeña tienda a su espalda. Con el complemento guardado en su bolsillo se dirigió al guardia del bufete
en el que anteriormente había entrado la mujer y, con su mayor expresión de inocencia, preguntó:
—Buenos días, ¿podría decirme el nombre de
una muchacha morena y vestida con una camisa verde que ha entrado hace poco
tiempo? —Al ver la expresión del hombre se apresuró a añadir— Pasó a recoger un
café y se olvidó su pañuelo, solo quería devolvérselo. —El semblante del hombre
se suavizó y supo que había ganado.
—Usted habla de la señorita Amanda Baker,
ahora se encuentra en una reunión pero puedo hacerle llegar el pañuelo.
—Asintió y tras entregarle el presente se despidió caminando en dirección
contraria a la cafetería tirando su delantal en la primera papelera que
encontró.
3
Olivia y Peter pasaron el resto de
la noche y del día siguiente tratando de crear el perfil del asesino.
Intentaron entrar en su cabeza y descubrir sus motivos. Observaron sus
crímenes, interrogaron a posibles testigos y repitieron una y otra vez las
imágenes de las cámaras de seguridad cercanas a los homicidios, pero no encontraron nada.
—Parece un fantasma —Le dijo la agente Walker
a Peter mientras saboreaba su tercer café del día— No logro imaginar sus motivos,
sus asesinatos no tienen sentido alguno. Si quisiese fama, no se ocultaría.
—Parece que estamos en un callejón sin
salida, quizá estemos ante el crimen perfecto.
Peter se arrepintió de sus palabras al ver
cómo la espalda de Oliva se ponía rígida. Iba a disculparse cuando la voz helada de su compañera le respondió:
—No existe tal cosa como el crimen
perfecto.
4
Había anochecido cuando Amanda Baker
abandonó su puesto de trabajo. Era primavera en Nueva York y el tiempo parecía
favorable así que aquella mañana había ido andando hasta el despacho. Al salir,
se despidió de su compañero Mike, el guardia del edificio con el que había
salido unas pocas veces. Éste le entregó un pañuelo que habían dejado para
ella, sin embargo jamás había visto esa prenda. Amanda nunca había sido una chica
paranoica por lo que sin dar importancia al asunto, aceptó el complemento, que
resultaba ser de buen gusto y caminó hasta casa. Se encontraba cerca de su piso
cuando notó una presencia junto a ella.
—Eres perfecta, mi querida Katherine.
—¿Disculpe? Creo que se ha confundido, mi
nombre es Amanda —Iba a continuar su camino hasta que la vio— ¡Tú! ¿Qué haces
aquí? ¿Me estás siguiendo?
La mujer que la había atendido en la
cafetería ladeó la cabeza y sonrío de una forma tan enajenada que le provocó un
escalofrío.
—¿Seguirte? Por supuesto que no Katherine,
te estaba esperando. Hoy es el día en el que acabaremos nuestra historia.
Mientras hablaba había comenzado a
acercarse a ella, Amanda trató de correr pero fue demasiado tarde. Un golpe
sobre su cabeza hizo que todo se volviese negro.
5
—Han encontrado a una nueva víctima,
Amanda Baker, 25 años. Apareció en un callejón, le habían cosido la boca y
pegado los párpados con pegamento. Parece que la causa de la muerte fue por
asfixia. El análisis forense no ha demostrado ningún tipo de agresión sexual. El
último hombre que la vio con vida fue un compañero de trabajo. Nos ha informado
acerca de una mujer de una cafetería cercana que ayer preguntó por Amanda,
ahora mismo se está dirigiendo hacia aquí para que podamos interrogarlo.
Olivia paseaba por la habitación
hablando consigo misma mientras comenzaba a crear un perfil, aunque aún quedaban
demasiadas piezas por encajar ya conocía los rasgos principales de la asesina a
la que perseguían. Por ello organizó una
reunión para explicar a los agentes del cuerpo qué era lo que debían investigar.
—Estamos buscando a una mujer blanca, de
unos treinta años. Parece que padece algún tipo de trastorno, es egocéntrica y
confiada, se arriesga a seguir a sus víctimas y a dejarse ver. Aunque al mismo
tiempo muestra una gran meticulosidad si observamos sus crímenes. Es altamente
inestable, podría sufrir alguna enfermedad como esquizofrenia paranoide así que
si dais con ella tened cuidado.
Los agentes la escucharon y unos minutos
después, salieron sin preguntas. Al mismo tiempo Peter entró buscándola.
—El guardia ya se encuentra aquí.
Mike Stevens era un hombre corpulento que
llevaba años trabajando. Tras unos minutos comenzó a explicarles cómo una mujer
se había interesado por Amanda, le había llevado un pañuelo diciendo que era de
la joven pero era una mentira. Cuando lo había descubierto, se preocupó, pero
Amanda desestimó sus intentos por acompañarla hasta su casa.
—Esa mujer no me dio buena espina desde el
principio, debería haber ido con Amanda a pesar de sus protestas. Si hubiese
seguido mi instinto ahora mismo estaría viva.
—No es su culpa, además, si no hubiese
sido anoche habría encontrado la forma de localizarla —Trató de tranquilizarlo Olivia mientras colocaba una mano sobre su hombro— Sé que es doloroso, pero, ¿podría
hablar con nuestro dibujante para hacer un retrato robot de esa mujer? Nos
sería muy útil para encontrarla.
El retrato no coincidió con nadie que se
encontrase en el registro policial. Tras
una breve búsqueda también descubrieron que había trabajado en la cafetería con
una identidad falsa. “¿Quién era esa
mujer?” Sus ojos azules perseguían a la agente todas las noches. Nadie era
capaz de encontrarla, era como si no existiese. Aunque no quedasen más posibles
asesinatos en sus historias, había acabado con la vida de 17 personas.
Olivia no podría volver a descansar de nuevo hasta que la encontrase.
6
Cogió unas tijeras del estante superior de
su armario y se acercó al periódico diario. Allí, en la portada, se encontraba
su obra más reciente, el titular decía: “La
asesina serial se suma otra víctima”. Recortando con cuidado la noticia la
colocó en un cuadro que colgó al lado de los demás.
—Lo ves Nikki, te dije que lo
conseguiríamos, por fin nuestra obra está completa para que todos la vean.
Sabía que podía lograrlo, soy una gran escritora. —Sonrió hablando a una
habitación vacía mientras admiraba su pared repleta de recortes.
7
Habían pasado seis meses desde aquella
noche en la que Olivia Walker había sido sorprendida por su compañero en su
descanso. Desde entonces las cosas parecían haberse calmado, por lo menos hasta
que un Peter alarmado apareció en su puerta.
—Francis Miller acaba de llamar. Ha descubierto tres nuevas novelas en su despacho, tienen el mismo seudónimo que
se utilizó en nuestro caso anterior.
La mirada preocupada de su compañero fue
sólo un reflejo de la suya propia. Pensaban que se había detenido, pero no
podían haber estado más equivocados. La pesadilla acababa de comenzar…
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