Siempre
me gustó mirar su larga melena al viento, cuando paseaba, ella me parecía
intocable, libre, una diosa. Me equivoqué al pensar que nada podría dañarla, a
pesar de su vitalidad, el tiempo me demostró que nadie es inmune, nadie puede escapar
de la enfermedad cuando ésta te elige, no importa lo bueno o querido que seas o
lo mucho que merezcas ser salvado.
Mis últimos recuerdos de ella son en una cama,
se encontraba sin pelo y con los ojos hundidos, aunque, lo realmente importante
es que siempre me recibía con una sonrisa. Sabía que pronto exhalaría su último
aliento, iba a morir y aun así se preocupaba por nosotros. Verla me hizo pensar
que los héroes no son solo aquellos que llevan capa, sino las personas que son
capaces de intentar hacer feliz a los demás cuando la vida se les escapa.
Siempre pensé que lo lograría, que su fortaleza y mi amor serían suficientes
para salvarla. Sin embargo, al final, aprendí que la esperanza es algo especialmente
cruel.
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