25 feb 2015

Libres.

No lograba respirar, mis pulmones ardían y no podía hacer nada por evitarlo. No era lo suficientemente fuerte para librarme de la presión de sus manos, quizá esta vez había llegado el final…
Cuando me rendí y dejé de luchar me sentí libre de aquella presión y entonces mis brazos me forzaron a alcanzar la superficie.
 — ¡Lo siento! — grité mientras mis pulmones luchaban por conseguir oxígeno. Me disculpaba aunque sabía que no había hecho nada malo. Hacía tiempo que la locura lo había conquistado y nunca sabías cuando podría estallar. A pesar de mis disculpas no iba a perdonarme, lo veía en su mirada. Esa mirada de ojos fríos que hace tiempo tuvieron la capacidad de despertarme con su calidez. Ahora no quedaba nada de eso. Sin embargo hubo un tiempo en el que pensé que los demás se equivocaban, que él podía ser el hombre que necesitaba, que podía salvarlo y sacarlo de aquel infierno que a veces vislumbra en lo más profundo de sus ojos.
Que ingenua había sido en aquel entonces. Me creía más lista que todos y al final había cavado mi propia tumba. No podía hacer nada así que me quede quieta esperando. Esperando a que sus brazos volvieran a forzarme bajo el agua, esperando esa quemazón en el pecho, esa negrura que lo envolvía todo y me obligaba a despedirme de mi último aliento… Pero nada de eso sucedió, él simplemente se giró y salió de la piscina como si le asquease mi presencia y ni siquiera me mereciese el alivio de acabar con el sufrimiento con el que convivía día a día.
Ese desprecio hizo algo en mí. Estaba demasiado cansada, no quería seguir viviendo esta vida y ese conocimiento fue el que me obligo a comenzar a gritar:
 — No te atrevas a desaparecer como si nada— mis palabras reflejaban toda la ira y la impotencia que había contenido
— Adelante, ¿quieres hacerlo verdad? Porque he fallado, porque no soy lo que esperabas. ¿Sabes una cosa?, tú tampoco lo eres. — Continúe a pesar de que mi voz comenzaba a flaquear y las lágrimas se deslizaban por mis mejillas
—Así que hazlo, ¡vamos! — golpeé el agua mientras más lagrimas seguían cayendo.
—Es un final acorde con nosotros. Esta vez vas a quitarme el aire y va a ser literal. Siempre me he sentido asfixiada contigo. Hubo un tiempo en el que pensé que me ayudarías a extender mis alas, que me liberarías y lo único que hiciste fue arrancármelas cuando iba a emprender el vuelo. Yo tenía el valor para saltar a la piscina, nunca me pregunté si habría o no agua debajo porque no me importaba, no tenía miedo a diferencia de lo que les ocurre a muchas personas que no son capaces de enfrentarse a lo desconocido. Pero nunca me dejaste hacerlo. Colocaste un muro para que no pudiese seguir adelante porque quieres que todos seamos tan infelices como tú. No lo entiendes, hacerme daño no va solucionar tus problemas porque yo no soy la culpable de ellos. Tuviste una mala infancia y lo siento, pero estas dejando eso que te defina. Siempre has odiado a tu padre por lo que te hizo, pues lamento decirte esto, te has convertido en el mismo monstruo que habita tus pesadillas. No eres un buen hombre, no eres un buen marido, has fracasado y no puedes cambiarlo, me has quitado todo lo que tenía, me privaste de mis oportunidades ¿Para esto? — Golpee el agua con mi puño mientras dejaba salir a través de mis palabras todos los sentimientos que había reprimido durante tanto tiempo.
— ¡Hazlo! No vas a ser un cobarde ahora, me dejaste sin nada así que acabaló, ¿O ni siquiera eres lo suficientemente hombre para eso? — No me había dado cuenta de que se había acercado a mí mientras hablaba. Cuando me miró pude ver furia en su expresión, pero estaba acompañada de algo más que no pude identificar. Viendo su puño acercándose a mí tome el que sería mi último aliento y susurre:
 —Acabaló — estaba tan entumecida que apenas sentí el golpe, sin embargo la confirmación de sus acciones llegó cuando por fin todo comenzó a volverse negro.
No sabía cuánto tiempo estuve inconsciente hasta que desperté con un dolor muy fuerte en mi pómulo. Acaricié la zona con mi mano mientras comenzaba a recuperar la conciencia. En ese instante los recuerdos volvieron, la pelea, los gritos, el golpe… Después de un tiempo noté que me había acostado en nuestra cama, no entendía por qué lo había hecho hasta que vi la carta. Rápidamente reconocí su letra, siempre me había gustado esa parte de él, pero hacía mucho tiempo que no me escribía. Era una costumbre que teníamos cuando nos conocimos. Un mal presentimiento cruzó mi pecho justo antes de que extendiese mi mano para leerla…

“Mi amor: sé que hace tiempo que perdí el derecho a llamarte así pero no puedo evitar dejarme llevar por la nostalgia.
Lo primero que debo hacer es darte las gracias. Gracias por haber sido mi soporte todos estos años y por no haberte rendido nunca conmigo. Sé que intestaste salvarme y que hiciste todo cuanto estuvo en tus manos para conseguirlo, pero tuviste una oportunidad. Me he dado cuenta de que tenías razón. Hace mucho tiempo que me convertí en el cascarón de lo que un día pude llegar a ser, quise destruir a mis demonios para ti, pero ellos ganaron una a una todas las batallas hasta que ni siquiera hubo una guerra. Y te hundí conmigo. No sabes cuánto lo lamento.
Cuando te conocí sabía que serias extraordinaria y yo solo quería tener la oportunidad de serlo contigo. Aunque a veces las cosas no salen como nosotros queremos. Podría haberte dejado ir, pero te necesitaba y supongo que estaba demasiado ciego para saber el daño que te hacía. O simplemente era demasiado egoísta como para que me importara. Sin embargo ya no puedo hacerlo más. Anoche cuando me gritaste en la piscina, me di cuenta de todo y vi el daño que te había causado. Sólo quería una vida feliz contigo pero te destrocé al igual que mi padre hizo con mi madre. Supongo que merecemos permanecer en el mismo infierno…
Aunque no lo demostrase lo suficiente, quiero que sepas que sé que fallé. Lo importante deberías haber sido tú Livvie, lo que merecías, siempre debería haber sido así. Pero mis fantasmas fueron más fuertes.
Ahora es tiempo de ser libre cielo, de volar como siempre quisiste. Así que no voy a bloquearte más. Me quito del camino de la única forma que sé que puedo. Desaparezco para que seas libre, porque a pesar de todo sé que yo no podría alejarme de ti. 
Soy consciente de que es demasiado pretencioso desear que me eches de menos, aunque espero que lo hagas. Porque no siempre fue malo, hubo un momento antes de caer en el que al menos, durante unos minutos fui esa persona que necesitabas y te sentiste orgullosa de mí. Por favor, aférrate a eso, recuérdame como el hombre que siempre creíste que podía haber sido. Porque quiero pensar que quizás, si las cosas hubiesen sido distintas podría haber existido un nosotros. Ahora seriamos felices y no te habría hecho daño. Mi mayor error fue querer ser el chico que necesitabas, cuando solo buscabas un hombre que te quisiera. Nunca necesitaste a nadie, después de todo eres una de las personas más fuertes que conozco.
Hasta en mi despedida tengo que ser un cobarde. Te quiero, pero no tengo el valor de mirarte a la cara para pedirte disculpas, porque no puedo irme viendo el odio y una negativa en tus ojos porque sé que hay cosas que simplemente no se pueden perdonar. A pesar de todo, lo siento mucho, espero que me creas al menos en esto.
Por último, me gustaría decirte adiós y que te quiero. Porque aunque solo haya sido un mal capítulo de tu vida, tú siempre serás el amor de la mía. Para mí corazón fuiste mi chica desde el primer día que me sonreíste y ni siquiera la muerte podrá cambiar eso. A diferencia de nuestras cartas anteriores esta vez no puedo despedirme con un hasta pronto.
Vive por los dos Liv, crea con otros aquellos sueños que construimos en la arena y no fuimos capaces de llevar a cabo. Se todo lo feliz que no fui capaz de lograr que fueras conmigo.
Te quiere, Izan.”

Cuando terminé de leer mis manos temblaban y las lágrimas habían difuminado algunas de sus palabras. Estos años había convertido mi vida en un infierno, eso era cierto. Pero a pesar de todo, no podía creer que se hubiese ido.
Ha pasado una semana desde aquella tarde en la que sus cenizas volaron por el acantilado. Incluso en el final éramos nosotros contra el mundo. Aunque esta vez por fin era libre, sus demonios ya no podían alcanzarle donde iba y yo solo esperaba que estuviese en paz. Quería poder sentirme igual, pero ya no era la chica que conoció en aquel entonces y no sabía cómo volver a serlo. Solo quería que pudiésemos volar juntos, como habríamos hecho si mis sueños se hubiesen cumplido. No sabía cómo seguir adelante así que me acerque al precipicio, cerré los ojos y deje que el aire me revolviera el pelo.  A pesar de que lo intenté no pude saltar, porque en ese momento me vinieron a la mente las palabras de aquel proverbio que tantas veces me había repetido mi madre: En el borde de un acantilado, la única forma de ir hacia delante, es dar un paso atrás. Enjuagué la lágrima que había escapado de mis ojos y di ese paso atrás. Esa tarde hice el movimiento que evitó mi caída al abismo y me permitió comenzar a recuperar a aquella chica que fui hace tanto tiempo y adaptarla a la mujer en la que me había convertido.
Es cierto que ya no soy la joven ilusa que conoció a Izan. Pero aun guardo aquellas ilusiones con la ventaja de que ahora poseo los conocimientos y la madurez que otorga la experiencia. Supongo que en eso consiste la vida. En actuar siguiendo a tu corazón, en cometer errores y aprender de ellos para poder avanzar siempre sin perderse a uno mismo.

Izan pensó que había destrozado mi vida y aunque es cierto que cometió grandes fallos y me hizo mucho daño. Ahora sé que me quería y no puedo odiarlo. Después de todo, gracias a él ahora soy completamente libre. Y por fin, aunque sea por caminos diferentes los dos podemos volar. 

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