Aún te recuerdo, brillando, llena
de vida, orgullosa ante todos tus espectadores. Desprendiendo ilusión y
fantasía.
Parte de ti guarda recuerdos de
una infancia que no termina, pero al mismo tiempo eres el refugio de los
enamorados.
También vives para crear el amor
entre aquellos que se pierden entre tus calles, repletas de historia y de arte.
Lejos quedan esas noches en la
que el Moulin Rouge se iluminaba encantando a todos en su ambiente. Ahora, el
baile ha desaparecido y los museos ya no recuerdan su historia para los ojos de
la gente.
Ciudad de la luces, nos
enamoraste con tus recovecos, nos divertiste con tus parques, nos devolviste la
ilusión en Disneyland, nos bañaste en cultura y nos mostraste una nueva forma
de vida, en rosa.
En este momento, herida, no
puedes erguirte orgullosa iluminando tus calles, puesto que, en lugar de repletas
de vida, están manchadas de sangre. Espera, querida amiga, sostente, apóyate y
crece de nuevo.
El dolor no se olvida, pero el
mundo no es el mismo si la ciudad de los amantes no brilla de nuevo. Recuerda
que no sólo a ti te han herido, a todos nos duelen los golpes que recibiste,
porque al final, cuando acaba el día, todos somos París.