Invierno en Madrid

He vuelto, a las mismas calles, al bullicio, y ya no se parecen en nada. Tengo la certeza de que nada ha cambiado así que debo de ser yo. Ya no siento la alegría, mi mirada no se dirige a los escaparates y mis pasos no revotan con ilusión. No busco exposiciones, ni invento vidas para los desconocidos en el metro. No, hace tiempo que ya no. ¿En qué momento me dejé atrás? ¿Puedo echarte la culpa? Sería más fácil que reconocer la verdad: que soy la única causante de esto. Yo provoqué el vacío en el que se ha convertido mi vida, ignorando las señales en rojo y avanzando aún sabiendo que hay líneas que una vez cruzas, no te permiten volver.

Así que mismo lugar, diferente persona. La chica que una vez conociste desapareció. 

Nuestra canción

"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos" 

Me dijeron que contigo era diferente y no se equivocaron. Acostumbraba a ir por la vida con una coraza de abrigo aunque afuera hiciesen cuarenta grados hasta que llegaste. Y, poco a poco, entre bromas y besos robados fuiste reclamando una parte de mi vida…

Ojalá congelarnos en esa última noche y seguir bailando. Me has robado el consuelo de la música, no hay nada peor que dedicar a un amor tu canción favorita, porque cuando desaparece la acabas perdiendo. Por eso yo ya no puedo escuchar esa melodía, porque aquellas palabras que me transportaban a nuestros mejores momentos con la promesa de que muchos más llegarían, ahora solo representan la falta.

Son la prueba viviente de: nuestro fracaso, tu libertad y mi derrota.